En nuestro camino por la vida conocemos distintos tipos de personas, y todos compartimos el mismo sueño, así como el mismo planeta.
Y también experimentamos diferentes sentimientos hacia ellos: nos gustan o nos disgustan, los odiamos o los queremos, los sentimos como amigos o enemigos.
Nuestros amigos siempre nos hacen sentir bien, seguros, cómodos, y sentimos lo opuesto con la gente que consideramos como enemiga.
Pero nuestra verdadera fuerza comienza cuando alguien nos ataca y nos acusa, haciéndonos mas cautos en nuestras acciones, mas considerados en nuestros pensamientos, y mas fuertes en nuestras habilidades.
Desarrollamos fuerza en nuestro cuerpo y mente gracias a nuestros enemigos, y debemos ser agradecidos por ello.
La compañía de nuestros amigos siempre es bienvenida, ellos siempre tienen la palabra justa para consolarnos, y siempre estarán allí para alentarnos.
Pero vivir siempre esta especie de “Vida fácil” nos puede volver débiles.
Nuestro enemigo es nuestro antagonista, y por ello nos complementa.
Así que volvámonos amigos de nuestros enemigos. Ellos tienen lo que no tenemos, saben lo que no sabemos y ven lo que nosotros no podemos ver.
Podemos aprender muchísimo de ellos.
Démosle una oportunidad. Dese una oportunidad. Así es cuando la verdadera felicidad comienza para ambos.