Patanjali, autor de Yoga Sutra, presentó en el segundo capítulo de su libro cinco preceptos éticos llamados yamas. Las yamas estaban diseñadas como una guía básica para vivir una vida de realización personal que también beneficie a la sociedad. La consecuencia de no seguir estas enseñanzas, de acuerdo con Patanjali, es nuestro continuo sufrimiento.
La primera yama es conocida como ahimsa, que por lo generál se traduce como “no-violencia” o la evasión de la violencia. Ahimsa se refiere a la violencia física así como a la violencia de pensamientos y palabras. De esta forma, se cree que nuestros pensamientos negativos sobre nosotros mismos y los demás pueden ser poderosos y dañinos como intentos físicos de hacer daño. Ahimsa, se refiere por completo al rechazo total de infligir dolor o daño – bien sea por pensamiento, obra u acción – a todas y cada una de las criaturas vivientes.
La práctica de ahimsa incluye la vigilancia y observación constante de nosotros mismos cuando interactuamos con otros, tomando nota de nuestros pensamientos e intenciones. Ahimsa prohíbe matar o lesionar seres vivos en la medida que se cree que la violencia trae un karma negativo. Para practicar la no-lesión, uno debe ser inofensivo en la mente, boca y mano; uno debe reemplazar el odio con el amor y cultivar el perdón. Ahimsa es sacrificio pero también es poder y fortaleza.
Himsa se traduce como violencia o lesión. Hay muchas formas de himsa incluyendo desprecio hacia otros, prejuicio, aversión irracional, odio, abuso, lenguaje fuerte o rudo, grosería, y mentiras. Todas estas deben descartarse para practicar ahimsa. Uno no debe lastimar a otros o sus sentimientos, bien sea por acción, palabras o incluso el tono de la voz. Todas las formas de dureza deben evitarse. De hecho, incluso la aprobación de acciones duras de otra persona y la incapacidad de aliviar el dolor de otro o ayudar a otra persona que lo necesite, es vista como himsa. Para practicar ahimsa, usted debe aceptar los insultos y criticismos, reproches y ataques de otros sin actuar en retaliación o causando ofensa. Incluso ante la mayor provocación, debe abstenerse de malos pensamientos, guardar rencor e incluso maldecir. Para practicar ahimsa se requiere valentía y osadía. No es para los débiles. Ahimsa es la perfección del perdón.
Es entendible que iniciarse en la práctica de ahimsa no es fácil. Empiece por el cuerpo físico primero. Cuando se enfrente con sus propios pensamientos de odio o revancha, no actúe en consecuencia. Cuando se enfrente a las acciones dañinas de otros, no cause daño en respuesta. Practica el perdón. Cuando sienta que puede controlar su cuerpo, luego controle su lenguaje. No hable con maldad o dureza a nadie, no lastime a otros con su lengua. Revise constantemente los impulsos de su lenguaje. De nuevo, practique el perdón. Si falla, y puede que sea así, simplemente recuerde e inicie de nuevo. Cuando tenga un buen control de su cuerpo y su lenguaje, luego trabaje controlando sus pensamientos. No piense en lesionar a nadie, mantenga estos pensamientos bajo una revisión constante. Por el contrario, reflexione y medite. Permita que la mente entre en calma. Practique esto por varios meses y sus pensamientos negativos se desvanecerán. Siempre recuerde que al lesionar a otro, lesione su propio Ser. Ahimsa y la Divinidad son uno. Al practicar ahimsa en su forma más pura puede estar más cerca de la divinidad.