Rezar es un proceso profundamente personal. Utilizamos instintivamente la oración para ponernos en contacto con nosotros mismos, proyectando nuestros sentimientos hacia el Universo. Viendo la oración en un nivel puramente energético, es la unión del cuerpo, la mente y el espíritu de una forma que se alinea lo individual con lo universal.
Ninguna religión tiene monopolio en la oración. Si usted cree que ese poder viene de dentro suyo o del poder externo de lo Absoluto, Dios, o como quiera llamarlo, lo cierto es que el poder está ahí mismo, esperando para ser accesado. El factor más importante en la oración es actitud. Un sincera y compasiva actitud de amor crea la oración.
Mientras rezamos, estamos en control con el ser en el que podemos hablar con el Infinito. Cuando meditamos, es como si Dios nos hablara. Cuando rezamos, hablamos con Dios.No hay forma correcta o equivocada de rezar. No hay técnicas. Solo hable, agradezca, pida, ore por usted, por su familia, sus amigos, el mundo, hable con Dios sin miedo, con amor, compasión, gratitud. El poder del rezo es un regalo, y a través de nuestras plegarias, nos fortalecemos.
Este poder es real, y podemos sentirlo y depender de el.
«Creo que el poder de la oración primero se siente dentro. Es en un sentido el asentimiento de Dios, como si alguien contestara nuestra llamada telefónica después de haber estado intentando durante mucho tiempo y nos estuviéramos preguntando si quizá debiéramos colgar y tratar en otro momento. Entonces una voz contesta y dice simplemente, «estoy aquí. Yo te escucho». ¡La comunicación ha sido establecida! …El poder de la oración es la renovación constante de perspectivas. La oración abre los ojos. Extiende nuestros horizontes. Arroja luz en la oscuridad de nuestros temores y nuestras penas, nuestras esperanzas y alegrías, nuestra vergüenza y nuestro orgullo. Nos da nuevas maneras de ver la vida y las relaciones, de comprender el trabajo y el costo de crecer». Rev. Margaret B. Gunnes