Este artículo ha sido inspirado por las enseñanzas de J. Krishnamurti.
Has logrado alguna vez una meta y una vez conseguida no te has sentido satisfecho?
Has logrado poseer la casa, el coche, el titulo, la experiencia, el conocimiento… que tanto querías y tu necesidad de mas propiedad, mas títulos, mejor posición, mas conocimiento, mas experiencias no ha parado?
Entones este articulo te resultara muy interesante.
Krishnamurti nos dice que hay muchas maneras en las que el ser empieza a desintegrarse. Cuando el ser esta integrado, los pensamientos, las emociones, y acciones son enteramente UNO. Desintegrarse seria lo completamente lo opuesto a eso; partir en piezas, separar lo que ha estado junto.
Una de estas formas de desintegración es la envidia, normalmente disfrazada detrás de nombres mas sofisticados y bonitos, como competitividad, progreso, evolución, desarrollo, crecimiento, etc. Lo llama desintegración porque separan al ser de lo que es, a lo que cree que debería ser.
En sus enseñanzas nos explica como la envidia empieza desde que somos niños de una forma muy sutil. Como cuando vemos a otro niño/a que es más guapo/a que nosotros, o que tiene mejores cosas, o mejor posición. Te pones celoso si otro niño/a te supera en la clase, o tiene padres más ricos, o proviene de una familia distinguida.
Y poco a poco empieza a tomar forma de competición. Quieres hacer algo que te distinga – obtener mejores calificaciones, ser mejor atleta que otro, quieres hacer mas, quieres brillar delante de los demás.
Y según vamos haciéndonos más mayores la envidia se hace mas y mas fuerte. Los pobres envidian a los ricos, y los ricos envidian a los más ricos. También esta la envidia de los que han tenido experiencias y quieren mas experiencias. La envidia del escritor que quiere escribir aun mejor, etc.
Si observamos este deseo de querer mas, no importa que, pueden ser mas casas, mas ropa, mas experiencias, etc. Es el simple instinto de adquirir mas, de acumular, que parece estar enraizado dentro de la mayoría de nosotros. O sino es esto, puede ser el querer saber mas que otros, y por eso leemos mucho mas que los demás. O querer estar al lado de personas con altos cargos oficiales, u de otro tipo. O sentir que somos más espirituales, mas evolucionados que otros. O querer ser mas humildes, y por lo tanto con mas virtud que otros, etc, etc, etc.
Acaso no habéis notado esto en vosotros mismos, o en la gente mayor alrededor de vosotros? No habéis notado que el maestro quiere ser profesor, y que el profesor quiere ser el director? O como vuestro padre o madre quieren mas propiedades, o un mayor renombre?”-J. Krishnamurti
Según Krishnamurti explica es en el deso de querer adquirir mas en el que la enfermedad universal de la envidia y celos nos desintegra. Normalmente esto es inconsciente dentro de nosotros. Es muy difícil darse cuenta de esto en uno mismo porque nuestra mente es el centro de la envidia.
Observando nuestros pensamientos nos damos cuenta de que la mente funciona en términos de comparación. Ej.: »
Soy mas alto que..» «Soy mas listo que..» »
Soy mas rápido que…» «Puedo explicarlo mejor, porque tengo mas conocimiento, mas inteligencia, que…» Siempre pensamos con el termino de «mas que». Imaginaros pensar sin este termino… se hace difícil.
En la persecución del querer más, de la adquisición se crea el tiempo. Por ejemplo: «Ahora soy feo/a, pero en el futuro seré…» «Ahora soy pobre, pero en el futuro seré…». Esta continua comparación mental crea un descontento crónico.
Religiones universalmente y algunas personas desde lo alto de su éxito personal o financiero predican que debemos de practicar el estar contentos y agradecidos con lo que somos o tenemos.
Pero el contentamiento real no es la reacción opuesta a la adquisición o a la envidia, es algo mas vasto, mas significativo.
Algunas personas viven así… en completa oposición a la adquisición, como vegetales, inertes, sin vida cultivando lo opuesto de lo que son. Queriendo no adquirir se pasan al otro extremo, a vestir con un cordón. Pero en su deseo de no adquirir cultivan exactamente lo opuesto, también en el campo del tiempo y de la envidia, porque también quieren ser algo.
El contentamiento no viene a ti porque decides estar contento. Simplemente pasa cuando entiendes lo que tu eres y no pretendesperseguir lo que crees que deberías ser.
Uno piensa que estará contento cuando consiga esto y lo otro, incluso aunque sean cosas loables como querer ser un santo o un gobernador. Y a través de la envidia pretendemos alcanzar el contentamiento. El contentamiento no es una satisfacción, es algo vital en uno. Es el entendimiento de «lo que es». Krishnamurti dice que si empiezas a entender lo que eres en cada momento, cada día, una extraordinaria sensación de comprensión ilimitada te inundara.
El explica que si eres avaricioso trates de entender tu avaricia, en vez de intentar no ser avaricioso, porque el deseo de no ser avaricioso es una forma de envidia.
Con esta ideología hemos sido enseñados por cientos de años. Incluso las estructuras religiosas de hoy día predican basadas en la adquisición. Nos han condicionado a pensar en «ser mejor» » ser mas», y de esta forma hacen de la envidia algo deseable. La mente se limita con la envidia, el yo, el deseo de adquirir cosas o virtudes. La mente religiosa no es una mente comparativa. La mente religiosa es una mente que entiende el significado profundo de «lo que es».
Por todo esto es muy importante que nos analicemos a nosotros mismos, para que percibamos como trabaja nuestra mente: los motivos, las intenciones, los deseos, la constante presión de querer, que crea la envidia, el deseo de adquirir y la comparación.
Krishnamurti nos dice que cuando todos estos deseos terminan a través del entendimiento de «lo que es» entonces sabremos que es Dios.
Todo el mundo necesita comida, ropa y un techo donde vivir. Solamente una mente desbalanceada diría «No necesito comer». Viene a ser lo opuesto a querer muchas casas, o ninguna.
El cuerpo necesita ser alimentado, porque necesita esa energía para mantenerse. El problema esta cuando uno solamente quiere tener los alimentos que mas le placen al paladar. Ahí es donde dice Krishnamurti que la perversión empieza.
El problema no es simple porque la mayoría de nosotros queremos otras cosas a parte de las necesidades básicas; un poco de comida, ropa, y un techo. Queremos posición, prestigio, estar cerca de Dios, etc, etc. Y el satisfacer estos deseos de ser alguien, o ser rico, o ser una persona poderosa depende directamente de la posesión de cosas. Krishnamurti nos enseña que mientras estemos en este estado de dependencia de estas cosas para volvernos internamente ricos, será imposible volverse internamente rico. Simplemente estamos creando lo exactamente opuesto.
En una de las lecturas de Krishnamurti una de las personas le pregunto si la verdad era absoluta o abstracta.
El respondió analizando la pregunta. Diciendo que la mente quiere cosas absolutas, cosas permanentes, cosas de donde ella se pueda agarrar. Por eso decimos que Dios es permanente, o que la verdad es permanente. Queremos relaciones, propiedades, y virtudes permanentes. Queremos cosas que no se puedan destruir, que no mueran, y de esta forma crear la permanencia.
El explica que la verdad no es algo misterioso, inimaginable y lejano, sino algo que se descubre día a día. Y si se podría acumular entonces no seria verdad, porque entonces escondería detrás ese mismo espíritu de adquisición.
La verdad se descubre en cada acción, en cada momento; trivial, o trascendental, escuchando a los demás y a nosotros mismos, aunque nuestro pensamiento puede estar condicionado y por lo tanto limitado. Pero el mero echo de ser conscientes de esto libera la mente de la limitación.
«Descubrir que uno es avaricioso, descubrirlo uno mismo… sin que nadie te lo diga, ese descubrimiento es verdad, y las acciones que tomes sobre ello también lo serán.» – J. Krishnamurti
Como veis la búsqueda de la adquisición, del poseer algo permanente esta profundamente enraigaido dentro de cada uno de nosotros, y es solamente bajo la introspección de nuestros pensamientos y deseos que podemos despertar de esta condición que nos hace tanto sufrir.
Espero que este articulo les haya inspirado tanto como a mi.
Sat Nam,
Indra K
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